Como mencionábamos en nuestro artículo anterior, uno de los aspectos que más preocupa a los padres es el de la violencia en los videojuegos
Como ya habíamos comentado, no todos los videojuegos son violentos, ni está demostrado que los que contienen violencia causen, sin más, que los jóvenes se tornen más agresivos.
Está demostrado que la agresividad es un comportamiento con orígenes diversos como expone Fabiola Muñoz en su disertación, y la calidad de las interacciones sociales contemporáneas parecen tener un mayor peso que las horas en la consola.
Desmontando lo montado
A pesar de que el término videojuego, generalmente, se relacione con otros como adicción o violencia, o se piense que sólo tiene un propósito meramente lúdico, en realidad esto no es así, de ninguna manera.
Esta mala prensa es fruto de los comentarios y juicios de valor que ciertos sectores de la "alta cultura", que poco o nada saben de videojuegos, han emitido hasta la saciedad. Los chicos de Hobby consolas ilustran perfectamente este punto en su réplica a una viñeta de Forges.
Si realmente pensamos que un videojuego no tiene un potencial valor para la enseñanza, lo mismo debería pensarse de la literatura y el cine, pues como ellos, los juegos tienen historias, fomentan la interacción y discusión, y son capaces de plantear problemas o cuestiones al jugador, que éste ha de resolver.
Como recogen en La Vanguardia, los videojuegos ofrecen visiones alternativas del mundo, al igual que las novelas, pero al ser un producto que realmente no se considera cultural, está fuera de las clases.
Efectivamente, los videojuegos ofrecen a los jugadores una experiencia concreta, que puede ser analizada y desgranada, fomentando la reflexión y la discusión sobre la misma entre los alumnos.
Estas experiencias están construidas en temas o conceptos que, a través del videojuego, pueden asimilarse mejor debido a la mayor interactividad del medio y al subsecuente entorno lúdico que envuelve a la vivencia.